Santa Teresa de los Andes

Nació en Santiago de Chile el 13 de julio de 1900. Sus padres fueron Miguel Fernández Jaraquemada y Lucia Solar Armstrong. Fue bautizada el 15 de julio con el nombre de Juana Enriqueta Josefina de los Sagrados Corazones.

Desde muy niña goza cuando se habla de Dios. En su tierno corazón ya tiene el deseo de recibir  a Cristo, pero no se lo permiten por su corta edad. Por este mismo tiempo, 1906, asiste al colegio de las Teresianas. Solo acude un mes. En 1907 ingresa como alumna externa en el colegio del Sagrado Corazón. Al poco tiempo muere su abuelo materno, la haciendo fue dividida y Juanita junto con sus padres se mudó de casa.

El 22 de octubre de 1909 recibió el Sacramento de la confirmación y el 11 de septiembre de 1910 hace su primera comunión; desde ese día comulgaba todos los días. Y como ella misma dice: “Jesús desde este primer abrazo, no me soltó y me tomó para sí.”

En 1914 el 28 de diciembre un ataque de apendicitis. Por este año ha leído a Teresita del Niño Jesús (Historia de un Alma) y siente su primer llamado al Carmelo.

En 1915, a mediados de año, ingresa con su hermana Rebeca al internado del Sagrado Corazón y en diciembre, el 8, Juanita hace voto de virginidad con permiso de su confesor y por espacios  no muy largos. Ya su corazón sueña con pertenecerle solo a Cristo, quien la ha cautivado.

1916 fue un año de adaptaciones a la rigurosa vida del internado, al cual pensó jamás se acostumbraría. Una vez más con ayuda del Señor, pudo lograrlo. Destacó como alumna, amiga y compañera. Pero, también fue un año importante para su vocación. Juanita temía hablar a su madre sobre su vocación al Carmelo, pues podía argumentarle que por su salud sería incapaz de resistir la austera regla del Carmelo teresiano, y en realidad, estaba algo debilitada por la difteria que había sufrido a los doce años, por la operación de apendicitis y por los dolores de cabeza que padecía. Su madre al saberlo le dijo que le apoyaría, pero le pidió discreción.

Durante este año Juanita leyó a Sor Isabel de la Trinidad y se trazó un plan de vida.

En 1918 se casa su hermana mayor Lucia, y Juanita tiene que dejar el internado para regresar a su casa como dueña de casa llevando las cuentas de los gastos, abastecimiento y distribución de los horarios; cosa que desempeñó sin olvidar su vocación. En septiembre escribe a la priora del monasterio de las carmelitas descalzas de los Andes, con quien ya lleva comunicación, pidiendo ser admitida en el convento. Recibe una respuesta afirmativa.

El 11 de enero de 1919, en compañía de su madre, viaja a los Andes y se entrevista con la Madre Angélica Teresa, priora del monasterio y desde ese momento toda duda desaparece, quiere ser carmelita y en los Andes.

El 7 de mayo de 1919 ingresa al monasterio de los Andes y cambia su nombre por el de Teresa de Jesús. El 14 de octubre de este mismo año toma el hábito de carmelita descalza comenzando noviciado.

A primeros de marzo de 1920, asegura al padre Avertano, el confesor de la comunidad, que dentro de un mes morirá.

Y así, el 1 de abril, jueves santo, pasa casi todo el día en el coro hasta la una de la madrugada el día siguiente. El viernes santo, se unió con toda la comunidad en todos los oficios litúrgicos. Solo al atardecer su maestra se dio cuenta de que Teresa estaba enferma y le envió a su celda a acostarse. Llamaron a los médicos, la fiebre subía a 39° o  40° y no bajaba sino a ratos. En uno de esos momentos, la noche del 6 al 7 de abril, su Madre Priora le ofreció hacer los votos religiosos oficialmente, y reunida la comunidad Teresa se convirtió en “artículo mortis”, es decir que realizó los votos aun no habiendo cumplido los tiempos requeridos para ello.

Detectado con certeza que tenía un tifus y septicemia, los médicos ordenaron trasladarla a la enfermería para evitar el contagio. Su mamá, doña Lucia, que había llegado el día anterior, permaneció fuera de la clausura en expectante agonía. No quiso usar las licencias que traía del señor Nuncio. El día 7 recibió el Pan Vivo por última vez. Ahora todo era sufrir y esperar. El día 12 de abril a las seis de la tarde llegó el capellán de la comunidad y de allí no se movió. Teresa de Jesús agonizaba. Su respiración se iba haciendo cada vez más imperceptible. Eran las siete y cuarto de la tarde cuando salía del destierro para llegar a aquel lugar donde “solo mora la honra y gloria de Dios”.

Fue beatificada por el papa Juan Pablo II el 03 de abril de 1987 y canonizada por el mismo Pontífice el 21 de marzo de 1993.

Viendo que Teresita de los Andes no hizo obras espectaculares ni alcanzó a cumplir los veinte años, muchos se preguntan que méritos tiene para llegar a los altares. La respuesta se halla en el amor, porque Dios no mira la grandeza o la pequeñez de un acto, sino el amor con que los practicamos.

Santa Teresa de los Andes es una Santa Joven, enteramente normal y equilibrada, sencilla, alegre, deportista, simpática y que amó y vivió plenamente la vida. Es un regalo de Dios para una sociedad como la nuestra, con un porcentaje muy elevado de jóvenes.

Ella nos enseña que solo a base de Espíritu de Superación y de Esfuerzo maduramos y nos realizamos como personas.

Teresa de los Andes, olvidándose de sí misma y sacrificándose por los demás, nos señala el camino que conduce al equilibrio humano y a la verdadera felicidad.