
El 12 de octubre de 1891 nacía en la ciudad de Breslau, entonces Alemania, Edith Stein. Era la última de los once hijos del matrimonio entre Augusta Courant y Siegfried Stein. Su origen era hebreo, de una familia religiosa practicante judía. Edith nace en el día que se celebraba la fiesta judía de las expiaciones. Esta fecha será un signo profético de su vida y su vocación.
La infancia de Edith no fue fácil. Su padre muere cuando ella aún no había cumplido los dos años y su madre tiene que hacerse cargo del negocio familiar.
A la edad de trece años entra en la crisis de la adolescencia y por su mismo carácter, la hace llegar a renegar de la religión materna por no encontrar en ella sentido. También abandona los estudios. Al poco tiempo se da cuenta que necesita de los estudios para seguir buscando satisfacer sus ansias de verdad y así los reanuda llegando a terminar su bachillerato. Al concluir, decide ir a la universidad. Era 1911 la presencia oficial de mujeres en la universidad alemana no llevaba más de diez años y, aunque ya era algo normal, no era bien vista su presencia en ciertas ramas del saber, entre ellas el de filosofía, precisamente el campo que escogió Edith Stein. Además de la filosofía, Edith toma gran interés por la germanística, la historia y la psicología.
En este tiempo, llega a sus manos los escritos filosóficos de Edmund Husserl, fundador de la escuela fenomenológica. Esto hará que Edith decida cambiar de universidad.
En abril de 1913 llega a la universidad de Gotinga. Aquí se le abrío un nuevo mundo, se inicia para Edith un periodo nuevo en su vida. La fe y la religión reaparecen en su vida, su ateísmo se trasforma poco a poco en apertura hacia el fenómeno religioso.
Con la llegada de la primera guerra mundial, Edith se siente llamada a servir a la humanidad sufriente, para lograrlo se compromete como voluntaria de la Cruz Roja y en 1915 es destinada a un hospital austriaco. El contacto con los heridos y moribundos influirá fuertemente en su interior y su preocupación por encontrar una respuesta al valor existencial del hombre se agudiza.
En 1917 un acontecimiento especial marcó su vida de búsqueda: la muerte de su amigo Adolf Reinach. La viuda llamó a Edith para que le ayudase a ordenar sus manuscritos. Edith al encontrarse con una mujer sumergida en el dolor por la muerte de su esposo, pero llena de paz y esperanza en la vida eterna, descubre a Cristo y desde ese momento empieza a estudiar interiormente la fe cristiana.
Desde un largo camino de dudas, en el verano de 1921, pasando unos días de vacaciones en casa del matrimonio Conrad – Martius, en un momento en que ellos no se encontraban en casa, Edith sintiéndose aburrida buscó en la biblioteca algún para matar el tiempo, tomó el Libro de la Vida de Santa Teresa de Jesús, en el que la santa de su puño y letra revela su camino espiritual, y como la misma Edith nos lo cuenta: “comencé a leer, me sentí cautivada inmediatamente y no cesé de leer hasta el final. Cuando cerré el libro me dije: ¡ésta es la verdad!”. Y al final decide dar el último paso a su conversión.
Se bautiza el 1 de enero de 1922 y el 2 de febrero recibe la confirmación. Desde 1928 se dedica a dar conferencias, a hacer trabajos de estudio y traducción, a la actividad docente en el Instituto Pedagógico Alemán de Münster, hasta que en 1933, con el triunfo de Hitler, se prohíbe a todos los judíos desempeñar cargos públicos. Edith ve en este momento la situación propicia para cumplir su vocación, muchas veces aplazada por sus confesores, ella desea entrar en el Carmelo Teresiano.
El 14 de octubre de 1933 ingresa en el Carmelo de Colonia. El 15 de abril de 1934 viste el hábito con el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz y el 21 de abril de 1935 hace su profesión religiosa.
Debido a la crueldad con que se manifestaba el odio a los judíos en Alemania, la comunidad le sugiere ir a otro monasterio, así la hermana Teresa Benedicta se traslada al monasterio de carmelitas de Echt en Holanda. En 1938 en la noche vieja, se realizó el viaje.
En 1940 Alemania invade Holanda, al principio respetaban a los judíos cristianos en este país, pero luego este respeto desaparece. En julio de 1942 los obispos denuncian la deportación de los judíos. Los nazis como respuesta sacaron a todos los religiosos de ascendencia judía de sus conventos y los llevaron a los campos de concentración. El 2 de agosto de 1942 es sacada de la clausura Teresa Benedicta y junto con su hermana Rosa, son llevadas al campo de concentración de Westerbork, luego a Amesdorf y finalmente al de Auschwitz donde el 9 de agosto de 1942 murió mártir de Cristo y por la salvación de su pueblo en la cámara de gas.
Fue beatificada por el papa Juan Pablo II el 1 de mayo de 1987 y canonizada por el mismo Pontífice el 11 de octubre de 1998.
La personalidad de santa Teresa Benedicta de la Cruz es una fuente llena de esperanza para el hombre actual.
Edith Stein representa al hombre moderno con sus inquietudes ideológicas, con su alejamiento de Dios, con sus históricas preguntas sobre el sentido de la vida, de la persona humana y las realidades eternas.
Edith es un ejemplo de la conjunción entre identidad personal y libertad humana. Quiso ser ella misma sin permitir que nadie se lo impidiera. Lo consiguió a base de renuncias, de sufrimientos y a pesar de las incomprensiones.
Edith, ya como religiosa carmelita descalza, vive su itinerario espiritual, de corte preferentemente sanjuanista, en clave de crucifixión y muerte, porque dice ella: “la unión del alma con Cristo se realiza en el madero de la Cruz”. Desde su experiencia personal ella afirma que: “aquí abajo no hay un momento de alegría pura que no esté bajo la Cruz de Cristo”.